Después de una semana en Cornualles, Reino Unido, de salida de campo con la universidad dónde todo parecía tan barato comparado con Noruega, pero el tiempo seguía igual de lluvioso o más, llegó Semana Santa.
Confirmada la visita de una amiga desde Barcelona el día 1, montamos un pequeño tour por Noruega, dónde intentaríamos ver el máximo de sitios, sin demasiados planes establecidos, ya que en Noruega el tiempo es una variable a considerar muy especialmente.
Así que todo empezó el miércoles 31, alquilamos el coche, y pusimos rumbo a coger el ferry que nos llevaría al otro lado del fiordo, Fosen. Desde mi habitación siempre veo el fiordo y el otro lado, así que me apetecía ver que había ahí!
El tiempo no era muy alentador, pero que le vamos a hacer
Desembarcamos en Fosen, el otro lado, finalmente. Cogemos una carretera que sigue toda la costa, no tenemos ninguna prisa, sólo queremos ir conduciendo disfrutando de los paisajes, parando donde nos apetezca.
Paramos para subir una pequeña montañita, aunque el viento es muy fuerte. Desde allí tenemos vistas del final de Trondheimsfjord, y vemos su principio, su punto de unión con el oceáno. Las montañas parecen más altas y escarpadas a este lado, pero la nieve escasea, mucho más que en Trondheim.
Seguimos conduciendo, dejando esta vez la costa, y adentrándonos en tierra firme, y vemos que es un paisaje totalmente diferente, lagos helados, montañas repletas de nieve... cuesta creer que estamos a sólo unos kilometros del océano!
Llevamos rumbo a Åfjord, y se está haciendo tarde, así que empezamos a buscar un sitio para acampar, pero la lluvia intensa y el viento nos hace descartar la idea, tenemos por delante un viaje largo y no es plan de acabar todos totalmente empapados el primer día.
Después de mucha búsqueda y llamadas telefónicas, nos quedamos en una cabaña al lado del río, con vistas al fiordo, muy acogedora, no está nada mal!
Después de pasar la noche hablando, cartas, cervecitas y demás, nos levantamos con algo de sol... aunque es un espejismo, rápidamente vuelven las nubes y la lluvia, aunque esta vez muy suave.
Ponemos rumbo hacia donde podamos ver el océano abierto, tanto ver fiordo cada día, tenemos ganas de ver el océano...
El día es gris, típico noruego, pero el agua es cristalina, y a veces deja ver colores verdes que podrian ser de cualquier playa paradisíaca, sólo le falta el sol... y algunos grados de temperatura más.
Comemos algo, la lluvia nos hace acabar antes de hora, y seguimos nuestro viaje. No podemos hacer mucho más, aunque da tiempo para hacer unos chutes en un campo de futbol, y columpiarnos un poco en unos columpios... seguimos siendo unos niños!
Ponemos rumbo al aeropuerto de Trondheim para recoger a mi amiga, llegamos un poco tarde, la recogemos y para casa a dormir, al día siguiente saldriamos bien temprano.
La noche se hace larga en casa, hablando y poniéndonos al día, pero un sol espectacular nos despierta la mañana siguiente, parece que nos han traido el buen tiempo desde Barcelona!
Cargamos el coche y ponemos rumbo por la E39 hasta Kristiansund. De camino, una pequeña parada para desayunar en Vinjefjorden.
Seguimos nuestro camino, repleto de paisajes espectaculares, montañas que hacen volar mi imaginación y ferrys que nos vacían los bolsillos, hasta que llegamos a Kristiansund.
Pequeño paseo por la ciudad, y seguimos rumbo sur... otro tunel, de pago por supuesto, y nos plantamos en la famosa Atlanterhavsvegen donde paramos a comer algo que se ha hecho tarde. La carretera en si son 8kkm, sólo 3 puentes y un par de curvas... me vienen sentimientos de indiferencia, no sé porqué es tan famosa si sólo son 3 puentes, es decir, lo que se admira aquí es la obra del hombre, y no la naturaleza en si. El sitio no se puede negar que es precioso, pero sitios cómo este hay inifinitos en Noruega, y sin tanto turista.
El día sigue gris y decidimos llamar a Yasmina, que está haciendo una ruta en bici, y nos invita a la cabaña donde están descansando, sólo unos kilómetros atrás.
Llegamos allí y cogemos un par de botes de remos y salir a remar un poco.
Da gusto remar en estos paisajes!
Volvemos a casa después de más de una hora de remar, y nos comentan un sitio para ver la puesta de sol... soy un poco escéptico, está todo muy nublado, pero vamos igualmente.
Y de repente, como por arte de magia, las nubes desaparecen y nos regalan una espectacular puesta de sol, que nos deja a todos impresionados.
Después de la puesta de sol, para nuestra cabaña a preparar algo de cena y descansar.
Al día siguiente, suena temprano el despertador, nos esperan muchos kilometros por delante!
Cogemos esta vez la Carretera del Atlántico, esta vez con sol y cielo azul, y llegamos hasta Molde, famosa ciudad noruega.
De aquí otro ferry, disfrutando del solecito en cubierta y de los espectaculares paisajes repletos de contrastes, afiladas montañas cubiertas de nieves mezclándose con fiordos y el mar.
A mediodía nos plantamos en Ålesund, donde fuimos directos al mirador para comer algo y disfrutar de las vistas, no tanto del buen tiempo ya que se había tapado un poco el día.
Muchas fotos, algo de comida, una pequeña vuelta en coche por la ciudad, y seguimos, tenemos un poco de prisa, ya que nos queda bastante trayecto por delante. Y además, tampoco nos apasiona especialmente perder mucho tiempo visitando ciudades...
Ponemus rumbo a Stranda, y el paisaje ha cambiado, me recuerda mucho a cuando fuí a Suiza la primavera pasada... montañas blancas altas y escarpadas, valles verdes rellenos de vida... nos cruzamos con toda la gente que acaba su día de ski en la estación de ski de Strandafjellet pero seguimos dirección sur, hacia Hellesylt. Desde aquí es desde donde se sale para el famoso Geirangerfjorden, quizás el fiordo más famoso de Noruega. Justo salir de un túnel dirección Hellesylt tenemos que parar porque antes nosotros aparece el fiordo, totalmente espectacular.
Infinidad de fotos, de todos los ángulos y posiciones diferentes, con ardilla incluida, y con el hecho curioso de coincidir que Narcís estaba con sus amigos en una barca en ese mismo momento en el fiordo. Bajamos hasta Hellesylt con la promesa de volver en verano para hacerlo íntegramente remando, y ahí nos encontramos con Narcís y su gente, que hacen el viaje en sentido inverso.
Un poco de charloteo, y rápidamente dirección a Stryn, dónde hay una estación de ski que abre en verano y espero visitar. Los paisajes son totalmente alpinos ahora, estamos llegando a la zona donde están las montañas más altas de toda Escandinavia, y eso se nota.
Subimos un puerto de montaña muy interesante y al salir del túnel a continuación parece que nos hemos transportado otra vez al puro invierno! Nieva ligeramente y todo está repleto de nieve, el termómetro vuelve a marcar grados negativos.
En poco tiempo, ya de noche, llegamos a Skjåk, donde el ex-compañero de piso de Michal nos había ofrecido su casa para dormir, y por supuesto aceptamos.
Una noche larga, más de lo que queríamos, pero muy animada dio paso a un pequeño madrugón con un desayuno enorme. Ponemos rumbo a Lom, y de ahí nos adentramos, por fín, en Jotunheimen
Después de pensar un poco, decidimos subir por una carretera con el objetivo de caminar un poco. El paisaje es espectacular, el invierno nunca se ha ido de aquí, así que cada uno se calza el equipo que tiene, y para arriba a aprovechar el solazo que tenemos.
Salimos desde Rausbergstulen a unos 1000 metros, siguiendo las marcas que llevan a Juvasshytta, una cabaña cerrada en esta temporada. El paisaje es impresionante, y el sol calienta muchísimo... hasta que salimos de la cara de la montaña donde estábamos, a sotavento, y el viento empieza a hacer de las suyas. Cuando llevas una tabla a la espalda no es que sea muy agradable que el viento te empuje hacia atrás, pero el lugar se merece que haga un esfuerzo para seguir caminando.
Llegamos a la cima que habíamos visto desde abajo, y a la que sinceramente no pensaba que íbamos a llegar. Mención especial a Michal que sube con skis de fondo, que subir no se sube mal, pero le queda la bajada ahora...
Fotos de rigor, admiramos el paisaje durante un rato, pero el viendo pega bastante fuerte aquí arriba. Se distingue un poco lejos el centro de ski de verano de Galdhøpiggen, el pico más alto de toda Noruega y por extensión de toda Escandinavia.
Nos ponemos en marcha, raquetas y bastones a la espalda, y snowboard a los pies, finalmente. Michal, con skis de fondo, empieza a bajar intentando no matarse, y Queralt con raquetas va tirando. Heather, con sus skis de telemark y yo empezamos nuestro descenso.... primero nieve venteada y dura, sumándole que estás frío cuesta enlazar los primeros giros, pero el tercer giro ya sale suave, la nieve está mejor, y empiezo a bajar ya con velocidad, disfrutando cada segundo encima de la tabla.
Voy esperando a Heather y a Michal, y en parte a Queralt, aunque su ritmo es mucho más lento. La nieve está muy bien, polvo con algunas roquitas pequeñas para ir saltando... me giro para ver mi huella y el pico en el que hace nada estábamos arriba.
Me espero un rato hasta que llegan Heather y Michal, a Queralt la tengo controlada que no se pierda, y sigo bajando. La última parte tiene un poco más de pendiente, con algun árbol, y más nieve, cosa que pone el broche de oro al descenso.
En la foto Michal celebrando que ha sobrevivido al descenso con skis de fondo, que no es fácil, con el pico de fondo, de unos 1500m de altura.
Vuelta al coche, bajada, y cogemos Visdalen hasta Spiterstulen, punto de partida de la mayoría de excursiones en Jotunheimen.
Buscamos el alojamiento más barato, que son 800NOK (100€ aprox.) por una habitación de 4, más bien zulo, con acceso a duchas y baños. Considerando que esto es Noruega y en medio de las montañas más altas de Escandinavia, pues no lo vemos excesivamente caro.
El sitio está emplazado en un lugar mágico, un valle con escarpadas montañas a lado y lado, y en esta época del año ves a multitud de esquiadores de montaña, alpinistas y telemarkers que vuelven de sus excursiones para descansar.
Nieva ligeramente y nos ponemos a cocinar algo de pasta. Nos informan que hay un meeting con un guía a las 21h, así que decidimos ir a ver qué ruta nos aconseja, no tenemos mucho tiempo ya que al día siguiente hay que volver a Trondheim a una hora razonable para devolver el coche.
Después de comer el que probablemente haya sido el peor plato de pasta de mi vida, vamos al encuentro con el guía, y nos comenta que el riesgo de avalanchas es bastante alto por la subida de temperaturas primaverales. Debido al poco tiempo que tenemos, nos recomiendo un paseo hasta los pies de un glaciar, dónde además hay un descenso fácil y suave. Le hacemos caso, no tenemos ni idea de la zona, y preferimos seguir el consejo de un experto en el tema.
Así que a dormir y mañana será otro día.
Nos levantamos y el cielo azul ha vuelto a Noruega, cosa que nos alegra muchísimo.
Nos damos cuenta de la magnitud del sitio donde estamos en cuanto nos ponemos a caminar.
El sol calienta una barbaridad, da la sensación de estar en la playa tomando el sol. Seguimos subiendo, ahora por una arista con algún paso delicado, pero nada en especial.
La parte frontal del glacier empieza a asomar, es espectacular el color azul que tiene, en las fotos no se aprecia tan claro como realmente es.
Heather y yo caminamos hasta un poco más arriba para disfrutar más del descenso. El viento aprieta, pero el sol también, sólo algunas nubes pasajeras lo tapan ligeramente.
Llegados al punto designado, nos ponemos nuestras tablas en los pies, y empezamos el descenso que nos devolverá hasta Spiterstulen otra vez, con unos 15minutos de caminata en plano.
Recoger todo y dejar el sitio con pena de no poder estar más días, pero con muchas ganas de volver.
La vuelta a Trondheim se hace bastante corta, con el sol acompañándonos en todo momento...
y cuando parecía que el viaje iba a acabar, faltaba la guinda al pastel.
Nos comentan que hay aviso de auroras boreales, pero yo soy un poco escéptico al respecto, estamos teóricamente fuera de temporada y los demás avisos durante el invierno se terminaron convirtiendo en nada, así que no le damos demasiada importancia. Pero, de repente, me llama Queralt que salga fuera a mirar rápido... y ahí está, por primera vez en mi vida, una aurora boreal!!
no podía haber un final mejor... rápidamente cogemos abrigos y nos subimos a unos prados encima de mi casa, dónde hay menos luz, a ver si podemos verla mejor... y éste fue el resultado :-D
ahora sí... se acabó nuestro viaje de Semana Santa.
las fotos en mi picasa
lunes, 19 de abril de 2010
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